El tesoro de Cerebro

Está solo en el pequeño planeta constituído por sus recuerdos, bajo el manto de estrellas que iluminan la oscuridad del olvido. Tranquilo y relajado.

Cada vez que lo visita trae consigo su caja, en la que guarda a su amigo favorito. Su amigo se llama Cerebro. También ha traído una pequeña mesita y una silla con tres patas de madera donde poder meditar. Cuando sopla el viento, todo el humo negro de los malos recuerdos se va disipando lentamente hasta alcanzar las estrellas, hasta donde su gran ojo ya no lo puede ver, confundiéndolo con el negror del espacio. Es en ese momento cuando abre su caja y pone a su amigo sobre la mesa. Ahora está seguro de que el humo negro ya no puede hacerle daño porque el viento se lo ha llevado muy, muy lejos.

Una vez pasado el peligro, sólo cabe esperar que Cerebro se abra y le cuente lo mejor que hay en él y que ha guardado durante tantos años. En el silencioso planeta de su memoria, Cerebro comienza a respirar tranquilo y cada contracción expele luego una densa bocanada de humo blanco, en la que flotan los más maravillosos recuerdos, que traen a su inseparable amigo la visión alegre y reconfortante de los buenos momentos pasados. En ellos aparecen más amigos y amigas que ya no están. Hace tiempo que el viento se los llevó también. Ahora sólo existen donde siempre quisieron estar, flotando en el humo blanco, donde nacen los buenos recuerdos.

En el momento perfecto, el humo blanco que Cerebro ha ido soplando le rodea, está por todas partes. Ya no se ven ni su mesa ni su silla, ni el planeta ni las estrellas. Todo a su alrededor es un denso humo cargado con los mejores y más valiosos recuerdos que le hacen sentir vivo y satisfecho de lo vivido. Pero desde la distancia el Tiempo ha empezado a enfadarse porque todo esta muy quieto, y la quietud se ha llevado todo el viento para salvarlo antes de que salga de nuevo el sol. Cerebro empieza de nuevo a respirar, esta vez hacia dentro. El humo que no quiere guardar va perdiendo color, se va oscureciendo. La luz comienza a bañar el cielo y a apagar las estrellas una a una. Es el momento de ponerle de nuevo en su caja y recoger lo que Cerebro ha guardado.

Pronto el sol estará arriba, en lo más alto, y el planeta quedará vacío hasta que vuelvan a visitarle.

Quizás ya no será el mismo, se moverá si las estrellas lo desean. Pero si es perdido, cuando vuelva y lo encuentre, será más feliz porque sabrá que ni el tiempo, ni el olvido, ni la distancia le han separado de aquello que tan celosamente ha confiado a su mejor amigo. Y más brillante y claro será el humo, y más valioso será el tesoro de sus recuerdos.


*Metasurrealismo?

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